Enmarcado en el ámbito experiencial de la violencia en las comunas de Medellín, se presenta una cotidianidad que se normaliza a través del tiempo, en donde los eventos estéticos que se perciben marcan una línea de experimentación para el desarrollo de la propuesta artística.
En una realidad de conflicto permanente, se tejen en la ciudad los hilos de la normalización del poder, lo cual desdibuja lo evidente y somete a la sociedad. Quitarle muertos a la guerra, inutilizar, desarmar, destruir, inhabilitar, deconstruir, cortar y dañar, es lo que pretende la obra para realizar una crítica a las diferentes naturalizaciones del poder y la violencia.